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Pasajeros en Tránsito
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Revolución Creativa

Revolución Creativa

fuente: http://elpescador.blog.com/

 

Gastón Soublette.

 

Desde que el mundo es mundo ha habido revoluciones. Todas se han llevado a cabo para poner fin a un orden social e instaurar otro. Con todo, y por muchas y variadas que hayan sido esas revoluciones, da la impresión de que todas han terminado en lo mismo, esto es, que el nuevo orden, básicamente, no ha sido muy diferente del anterior, y eso porque todas tienen de común la concentración del poder, el culto al superdotado y el mito del crecimiento ilimitado, y todas son soluciones a los problemas que genera el hecho de concebir a la vida misma como un problema.

Diferente ha sido el fenómeno del nacimiento de una nueva cultura. Revolución de un ciclo milenario que instaura un nuevo orden para los pueblos después del colapso de otra cultura anterior. Las culturas nacen de un acontecimiento espiritual que formula el sentido de la vida con una autoridad que nadie puede poner en duda, porque no es el resultado de una mente humana que reflexiona confiada en sus limitados recursos. Moisés, Jesús y Mahoma, no son genios, ni ideólogos, ni expertos, ellos son la brecha por donde irrumpe la fuerza invisible que da forma a un orden que hace posible la armonización de la vida de los pueblos con el gran sentido del mundo (Tao).

Y todo esto para decir que el ciclo creativo de nuestra civilización está agotado. Un nuevo mundo está naciendo. Sus gérmenes comenzaron a brotar desde mediados del siglo XX y hoy sus ramificaciones se extienden por todas las zonas habitadas del planeta sin que nadie lo perciba como un fenómeno evidente, porque la mente del hombre contemporáneo carece del marco de referencias donde pueda caber esa realidad. La mayor parte del género humano sigue hoy atrapada en la lógica generada por el hecho de no vivir realmente la vida sino tan sólo el día a día de los problemas creados por la máquina de esta civilización.

Pero la nueva revolución del cambio de cultura ya está aquí y se impone tomar conciencia de ello, asunto en extremo delicado y grave a la vez, porque en ello nos va la vida. O seguimos participando de esta muerte masiva o salimos de ella en un acto de audacia y despertamos. Quizás nos falta sólo una milésima más para hacer conciente el hecho de que ha sido el dinero el obstáculo más grande que ha hallado la especie humana en su evolución y que las técnicas inventadas para paliar nuestras limitaciones terminaron por construir un mundo que a estas alturas de la historia es ya incompatible con la vida.

En 1789 estalló una revolución en París de Francia, la cual a poco andar terminó construyendo una sociedad más injusta y opresiva que la de la monarquía. Hubo otra revolución en París en 1968. Fue una revolución juvenil esta vez, la cual prometía mucho. Su lema era: “Prohibido prohibir”. Con esa frase la juventud universitaria de Francia denuncia que la estructura de esta civilización se ha solidificado como el hormigón armado y aprisiona la vida impidiéndole manifestarse. Pero cometió el error de politizarse. Fue una gran oportunidad de pensar creativamente, pero la lógica política tradicional la hizo abortar.

Algo dejó, sin embargo, esa momentánea explosión juvenil del malestar de nuestra cultura en decadencia. Y eso que dejó es justamente el hecho de que ese malestar que llama a la rebelión fue algo que ocurrió en las mentes de los jóvenes del país. Por eso es que hoy podemos tomar más en serio el hecho de que son los jóvenes, entre los veinte y los treinta años, quienes, por su lozanía vital, están más libres de la contaminación que tiene cautiva la mente de todos los que se adscriben al sistema imperante y siguen las directrices de su lógica, convencidos, a su pesar, de que la vida consiste solo en solucionar problemas.

La hegemonía del dinero y la tecnología y el supuesto de que la vida es sólo un problema son tres aspectos básicos que acusan la muerte psicológica que hoy afecta a las grandes masas, la cual es igual para el pobre y el rico, el tonto y el inteligente, el gobernante y el gobernado, porque la muerte los iguala a todos. Tomar conciencia de ello es el primer paso para entrar en el nuevo modelo de cultura que se aproxima.

El segundo paso consiste en hacer conciente el hecho de que la vida, tal como originalmente se manifiesta, es en sí algo definitivo y acabado, y mal puede el hombre inventar cosas artificiales para sustituirla. Por eso, el haber inventado la máquina que reemplazó a la vida es la causa de que hoy no vivamos realmente sino que funcionemos como una pieza más en sus trabajos y administraciones.

¿Cómo ha ocurrido esto?

Si la vida es, originalmente y tal como se manifiesta, algo definitivo y acabado, el mito antiguo sobre los hermanos primordiales nos enseña que del vientre de nuestra madre común, junto con salir el noble pastor, salió también el hijo de la serpiente, el herrero y constructor de ciudades, con un vacío en el corazón, el cual su descendencia ha intentado llenar a lo largo de toda la historia sin poder saciarse. Para eso, el ancestro creyó necesario comenzar la historia de su estirpe dando muerte a su hermano, con el objeto de llevar a cabo sus proyectos lejos de la mirada de ese testigo de verdad. Medita tú sobre esta triste y conocida historia, la cual, siendo tan simple, ha sobrevivido intacta desde hace tres mil años. Quizás ella te libere de la lógica paralizante que hoy tiene cautiva la mente de la humanidad, y puedas así verte a ti mismo con una nueva mirada, porque como dice el viejo refrán “Nadie sabe lo que tiene”, y también: “Valemos más, por más que digan”. Todo eso abre un nuevo espacio para pensar creativamente y empezar a vivir desde cero y en verdad, porque nuestro amor a la vida y a los hombres es, a la postre, más fuerte que las manipulaciones de quienes hoy nos amenazan con su poder y, si fuera posible, con la aniquilación de toda forma de vida, previa movilización de todo lo que existe para generar riquezas que no tienen más realidad que unos signos fugaces vistos en una pantalla que se alumbra o oscurece a voluntad.

El tercer paso concierne a la discriminación de los débiles, ignorantes y vulgares hijos de vecinos, en suma, los que no pasan la prueba de los así llamados superdotados y que han vivido marginados de la toma de decisiones que a ellos les concierne. Y si tal ha sido la consecuencia del culto al genio, al bello, al poderoso y rico, tú, aparta la mirada de ese modelo y dirígela a tu pueblo y a los descendientes de los habitantes originarios de tu tierra y conoce la cultura de tradición oral que crearon. Mientras “ellos”, con su culto al genio, distorsionan todos los valores y empañaban nuestra autoestima, y con sus edificios, sus máquinas y su armamento reducen a nada nuestra dignidad y nuestra misma individualidad.

Estudia lo que esos señores sin nombre ni rostro nos dejaron de su experiencia en la vida y aprende algo de su sabiduría e imprégnate de su virtud a través de sus refranes, versos, narraciones, oraciones, fiestas y ceremonias. Infórmate sobre su sencilla ciencia para vivir integrados al orden natural. Admira sus trabajos de arte y artesanía, todos impregnados de una nobleza que hoy nadie puede imitar, y celebra y festeja el hecho de haber descubierto quiénes fueron, alégrate de saberlo. Porque “ellos”, los otros, nos quieren deprimidos, cercados como nos tienen por su poder, impotentes y resignados, moviéndonos sólo al ritmo de su tiempo útil.

El cuarto paso que corresponde dar concierne al gran secreto que debe ser trasmitido en nuestros diálogos íntimos, esto es, que la persistencia en el propósito y en la esperanza que es capaz de esperar contra toda esperanza, es una fuerza que no conoce obstáculo, y eso cuando es compartida, pues esa que no parece ser una fuerza es nuestra real fuerza. Su constancia se mide por el refrán que dice: “No es tan hombre el que tiene como el que mantiene”.

Si los pingüinos nos han dado el ejemplo ahora, sin pretexto para movilizarnos, aprendamos a vivir en una perpetua movilización. La revolución es permanente o no es revolución. Nuestros mapuches nos han dado el ejemplo de lo que es ponerse a sí mismo un alto precio y dar la vida si fuera necesario por la defensa de lo que somos.

 

 

 THINK DIFFERENT

 

Manifiesto I
Hay momentos en la vida en que es preciso esperar, no adelantar ni meter la mano; tan sólo dejar que las corrientes de la vida vayan dando forma a las cosas. Hay otros momentos en que no es prudente dilatar la espera sino tomar la decisión y actuar sin más. Hay otros momentos en que nos daos cuenta de que los acontecimientos que nos comprometen a todos, desde hace mucho tiempo vienen gradualmente cargándose de gravedad y peligrosidad hasta volverse amenazantes. Cuando la virtud y la sabiduría parecen haber desaparecido del mundo, mientras una moral hipócrita y una ideología insensata ocupan su lugar. Cuando la injusticia y la corrupción lo invaden todo y el orden mundial amenaza ruina, mientras se elevan los más altos rascacielos y el quehacer humano degenera en un puro negocio de consumo y tecnología y una minoría exitosa y despiadada acapara la mayor parte de la riqueza del mundo. Cuando ochocientos millones de seres humanos no tienen acceso al agua y sesenta millones de ellos perecen al año de inanición.
Cuando se desata en todas las latitudes el espiral de la violencia delictiva y terrorista y, a causa del crecimiento industrial, se contaminan los aires y las aguas y se desarticula el ecosistema del mundo alterando el clima y provocando catástrofes de creciente poder que ponen en riesgo la supervivencia de la especie humana. En esos momentos, lo que corresponde hacer es movilizar la suficiente fe y el suficiente coraje como para enfrentar la evidencia de que ya no podemos seguir nuestro trajín habitual por calles interminables como si aún quedara tiempo disponible para continuar aguantando ese rutinario día a día. Porque hay momentos en que tú necesitas encontrarte a ti mismo entre tantos extraños y caer en la cuenta de quién eres realmente en ese contexto, y sin creerte un iluminado, reconocer, sin embargo, que una porción de espíritu te ha sido dada, y que eso, es decir el misterio, es lo que te hace vivir. Eso está por sobre tus faltas y caídas, porque si bien no puedes decir con certeza cómo será ese mundo que deseas para ti y los tuyos, estás seguro, sí, de que no perteneces a este mundo de amos y esclavos del dinero, que no tienes cuota alguna de poder para explotar a otros ni deseas alterar y manipular la naturaleza para sacar provecho de ella en desmedro de otros y de la vida misma. Pero esa porción de espíritu que te ha sido dada no tiene nada que ver con tu esfuerzo ni con tus talentos. Es un don gratuito del cielo que es preciso cultivar y agradecer.

No es que vaya a haber un juicio final... el juicio hace ya mucho tiempo que empezó, mientras dormíamos. Hoy nos hallamos en medio de sus más acalorados alegatos. Pero, aunque no sepamos quiénes son ahí nuestros acusadores, ni nuestros jueces ni defensores, su finalidad se está cumpliendo, esto es, separa a los unos de los otros. No se trata de buenos o malos, porque ocurre que todos somos fallados, y si de escoger se trata, sería preferible quedar entre los malos, porque a todas luces los buenos son “ellos”, y si te arrimas mucho a su tribuna puedes contagiarte con su bondad, perder tu identidad y volverte un peligro para la sociedad. La verdad es que en este juicio se trata sólo de quienes aman y de quienes ganan. Así de simple.

A ellos se les ve muy bien concertados. Son vivaces y seguros, como dice el Viejo Chino, porque son ellos los que hacen progresar al mundo. Pero algo les está saliendo mal en el ejercicio del poder que detentan desde hace más de dos siglos, porque ocurre que so pretexto de mejorar la vida están obteniendo frutos de muerte que ya no pueden disimular. Por eso ahora alzan la voz previendo un probable Apocalipsis, para enseguida consolarnos con la buena nueva de que el mismo sistema que nos llevó al desastre es el que puede salvarnos del colapso, pero a condición de que sus ganancias no sufran menoscabo.

En cambio, a los otros se los ve muy desconcertados, en nada seguros ni vivaces, viviendo en los nichos de existencia, modos de hacer, espacios mentales y economías que otros les han fijado. Da la impresión de que los tienen cogidos por el cuello, porque “ellos” parecen haber ganado al fin su guerra... Un triunfo bastante poco honroso, hay que decir, porque a pesar de todas las precauciones que tomaron, el fermento letal que pusieron en su obra sube ahora a la superficie a la vista de todos.

Pero ¡cuidado! Este es precisamente el momento de la gran tentación, porque si bien no se escucha, ya todos dicen para sí: ¡Sálvese quien pueda!

Cuando el carpintero de Nazareth les dice a sus discípulos: “Velad y orad para no caer en tentación”, la noche de su aprehensión, se está refiriendo a la tentación de echar pie atrás, al ver, sin entender, que el maravilloso Maestro, capaz de resucitar muertos, es materialmente enemigos.

Porque en lo que a “ellos” se refiere, bien sabido es que hacen lo que quieren con las masas indefensas, hacen lo que quieren con los árboles, la tierra, los ríos, lagos y glaciares; hacen lo que quieren con el patrimonio. Ellos moldean la opinión pública a su antojo, envían ejércitos a aniquilar pueblos enteros so pretexto de liberarlos. Así puede el mundo volver a ver cómo se acusa, se humilla, se flagela y se crucifica al modelo del Hombre, ese que todos llevamos dentro como una posibilidad siempre cierta de ser algo más que eso que somos, posibilidad que “ellos” han procurado cerrarnos desde siempre, porque son los peores enemigos de nuestro Cristo que se han visto en la historia, desde aquellos césares antiguos de todos conocidos.

Es entonces que se impone para ti dar un vuelco de conciencia y entender que tu aparente impotencia ante su poder es también un poder, y más aún, que por esa porción de espíritu que tienes dentro eres invencible, en la medida que quieras darte cuenta de eso y resistas hasta el fin. Eso es lo que se llama fe, y si por la fe eres invencible, es porque la fe se comparte, y si alguna luz obtienes de tu porción de espíritu, es porque ella no te pertenece, porque es del cuerpo de fraternidad que tú integras con otros para humanizar la tierra.

Ahora que has leído esto, piensa que algo quedó atrás definitivamente, aunque por el momento no se note; y eso que has dejado atrás es la contaminación que sufrió tu alma por el dominio que “ellos” han ejercido sobre nosotros hasta lograr imponernos sus criterios de verdad sobre las cosas y los hombres. Por eso tu vuelco de conciencia consiste en revalorar lo que ya tienes, eso que ellos simulan ignorar desde siempre porque le temen.