Fuente: Domain, 2001, Steve Alten.
“—Yo soy el Guardián, el último de los Nephilim. No somos de este mundo, pero somos uno. Los antepasados del hombre fueron... nuestros hijos.
Nosotros... vuestra semilla
Los jefes de los Nephilim organizaron vuestra especie en sociedades, guiaron los trabajos de vuestra salvación, abrieron vuestras mentes para que pudierais ver. Dos mundos, una sola especie, unidos en el tiempo y en el espacio por un enemigo común, un enemigo que devora las almas de nuestros ancestros; un enemigo cuya presencia pronto eliminará vuestra propia especie de este mundo.
Yo soy Kukulcán, maestro del Hombre. Soy el Guardián, el último de los Nephilim. Ya cercano a la muerte, mi alma está preparada para realizar el viaje al mundo espiritual. El mensaje está ya transcrito, y todas las cosas están preparadas para la llegada de Hun-Hunahpú. Dos mundos, un pueblo, un solo destino. Únicamente Hun-Hunahpú puede sellar el portal cósmico antes de que llegue el enemigo. Únicamente Hun-Hunahpú puede hacer el viaje a Xibalba y salvar las almas de nuestros antepasados.”
“La conciencia de Michael Gabriel se eleva...
Se eleva en vertical sobre el techo cuadrado de la pirámide de Kukulcán, salta hacia arriba y ve cómo el verde exuberante de la selva del Yucatán besa las azules aguas del Golfo...
Un salto sin tropiezos hasta la estratosfera, y aparece a sus ojos la península en su totalidad. Otro salto, y el Hemisferio Occidental se aleja de él y surge la esfera de la Tierra en la ventana de su mente. El profundo silencio del espacio...
Ahora que se desplaza más deprisa, la Tierra se convierte en una canica de color azul y la Luna pasa como un rayo a su lado. Un salto cuántico, y la Tierra desaparece y es sustituida por los nueve planetas, que giran alrededor del Sol en órbitas distintas...
Otro salto cuántico, y el Sol se transforma en un diminuto punto de luz, una única estrella entre un océano de soles.
La velocidad de la luz... Las estrellas pasan raudas a su lado y se alejan cada vez más rápido, a la vez que surgen unas brillantes nubes de gas y polvo interestelares.
Un último salto, y aminora la velocidad. Su conciencia contempla un remolino de forma espiral repleto de estrellas, tan espléndido que su sobrecogedora belleza, su escala y su omnipotencia resultan casi demasiado abrumadoras para mirarlas.
Mick siente que su alma se estremece al contemplar la Vía Láctea en su totalidad, y su cerebro se ahoga al comprender lo insignificante que es él. «Dios mío... qué maravilla...»
Miles de millones de estrellas, billones de mundos, todos ellos parte de un organismo cósmico vivo, una isla que da vueltas en el inmenso océano del espacio. Mick vuela por encima del abultado centro de la galaxia, elevándose aún más, hasta tener a sus pies el negro corazón
de la Vía Láctea, un vórtice de gravedad incalculable, cuyo orificio impulsa la galaxia entera al absorber gas y polvo interestelares hacia el interior de sus monstruosas fauces.
Y entonces, en un abrir y cerrar de los ojos de su mente, la galaxia se transforma y vuelve a surgir en una perspectiva completamente ajena a su especie, una cuarta dimensión del tiempo y el espacio.
El agujero negro se convierte en un radiante embudo de color esmeralda cuyo extremo cae por debajo de la galaxia y va estrechándose cada vez más hasta que finalmente se disgrega en una extensa telaraña de hilos gravitacionales, una celosía de autopistas cuatridimensionales que se esparcen por la Vía Láctea como si fueran una red de pesca que va desenrollándose lentamente, sin tocar en ningún momento los demás cuerpos celestes, y sin embargo tocándolos de alguna manera.
Pero esa información resulta demasiado abrumadora para que la asimile su cerebro. Mick pierde el conocimiento.
Cuando abre de nuevo los ojos, está contemplando uno de los brazos de la galaxia espiral, y ve un dibujo... una constelación que va materializándose poco a poco conforme se aproxima a ella. Otro salto hacia delante, y aparecen tres estrellas, tres estrellas que forman una alineación conocida.
«Al Nitak, Al Nilam, Mintaka... las tres estrellas del Cinturón de Orión.»
Continúa volando y de pronto se ve frente a un planeta de proporciones gigantescas, cuya superficie está coloreada por un tapiz de intensos tonos verdes y azules. Xibalba. Es como si ese pensamiento le fuera susurrado a su conciencia.
Una solitaria luna órbita alrededor de ese mundo extraterrestre. Mientras su conciencia pasa por encima de la superficie lunar, ve una nave de transporte que se separa de un pequeño puesto de avanzada y se dirige hacia la superficie del planeta.
Su mente se sube a ella. La nave se sumerge bajo unas densas capas de nubes atmosféricas y después sale a un océano líquido de energía pura. La plateada superficie del mismo refleja como un espejo el magnífico cielo del planeta, de un rojo intenso.
Allá delante, sobre el horizonte sur, tiene lugar una triple puesta de sol; el primer sol en ocultarse es Al Nitak, una estrella binaria blanco azulada, y su desaparición hace que el mar adquiera un sinfín de brillantes matices lavanda y magenta. Mick siente que lo recorre una sensación estimulante mientras la nave de transporte sobrevuela ese mar de color
púrpura. Entonces lo ve: un gigantesco continente de una belleza increíble, suaves playas rodeadas por una exuberante selva tropical salpicada de hermosas cascadas, montañas, ríos...
Se acerca un poco más y descubre un habitat megalítico, cristalino, de belleza deslumbrante. Por el paisaje se esparcen numerosas estructuras piramidales de brillante alabastro, conectadas entre sí por serpenteantes senderos que discurren a través de un perfil futurista, extraterrestre. Abajo distingue frondosos jardines tropicales que harían avergonzarse al propio Edén, surcados por ríos y cascadas de energía líquida de tonos plateados.
No hay vehículos que se muevan, ninguna clase de tráfico, y sin embargo la ciudad está rebosante de vida, decenas de miles de personas... Homo sapiens, a no ser por sus cráneos alargados, que pululan por esa colmena de humanidad extraterrestre con una fundamental actitud de seguridad y alegría de vivir.
Durante un momento de éxtasis, la conciencia de Mick se siente bañada de amor.
Y entonces ocurre algo monstruoso. Cuando se oculta el distante sol de Mintaka, el plácido océano comienza a girar. Unas amenazantes nubes de
tonos oliváceos y rojo sangre cruzan el cielo del anochecer. El profundo vórtice va alcanzando proporciones gigantescas.
Mick observa que del centro del remolino empieza a surgir una sustancia gris plomo, un elixir contaminado que inunda la prístina línea de la costa y después continúa avanzando, cada vez más, hasta alcanzar la ciudad de los Nephilim. Su conciencia registra una presencia demoníaca.
Sobre la ciudad desciende la oscuridad; luego empieza a extenderse como si fuera la sombra de una gran serpiente a lo largo de ese mundo semejante al Edén. Los aterrados humanoides se desploman en el suelo aferrándose la garganta, con los ojos transformados en negros agujeros vacíos y sin pupilas.
Las imágenes abruman a Mick. Y una vez más, su conciencia se desconecta. Mick vuelve a abrir los ojos. Lo que antes era una civilización de espléndida belleza se ha convertido ahora en una monstruosa nave alienígena. Los Nephilim, transformados en zombis, con el rostro ceniciento y sin expresión y los ojos carentes de toda vida, se encuentran suspendidos en el aire, inmóviles, mientras sus mentes esclavizadas manipulan con manos invisibles unas placas de iridio gigantescas con las que van dando forma a la armazón de un descomunal casco esférico de once kilómetros de diámetro. En el centro de la nave hay una estructura en forma de vaina, un centro nervioso de kilómetro y medio de diámetro dotado de veintitrés extremidades tubulares.
Situado en el interior de dicha esfera, sujeto entre una miríada de conductos, se distingue un recinto de soporte vital de noventa metros de longitud. Mick se fija en ese abominable objeto y lo reconoce de inmediato. «La cámara de Tezcatilpoca...»
En ese momento, la conciencia de Mick es invadida por un intenso escalofrío, y su imaginación se esfuerza por comprender quién es el ser alienígena que está emergiendo por el interior del vórtice del remolino. Es una serpiente, pero no se parece a ninguna que haya visto él. Su rostro viperino es más demonio que bestia; sus pupilas, unas ranuras doradas y verticales, rodeadas por unas córneas rojo incandescente, son más cibernéticas que orgánicas. La cabeza es tan grande como la tolva de una hormigonera, y su cuerpo igual de largo que cuatro autobuses urbanos alineados uno detrás del otro.
El ángulo de visión de Mick cambia cuando la serpiente se aproxima al complejo de los Nephilim. Las mandíbulas de la enorme bestia se abren para dejar al descubierto varias filas de dientes negros y afilados como escalpelos. De pronto se ve algo que sale de las fauces de la serpiente... un humanoide. Mick tiene la sensación de que atraviesa su alma una sombra de muerte. No puede ver la cara del hombre, y además éste lleva la cabeza y el cuerpo cubiertos con una capa negra, pero sabe que lo que está contemplando es el mal en estado puro. El humanoide se dirige hacia la cámara de soporte vital y extiende un brazo para señalar algo. En su mano brilla un objeto de jade del tamaño aproximado de un balón de fútbol.
Los ojos bermellón de la serpiente centellean, y sus pupilas doradas desaparecen. La criatura, ciega e hipnotizada por el pequeño objeto, empieza a seguir al individuo de la capa como si estuviera hechizada. La bestia penetra en la enorme cámara de soporte vital.
La conciencia de Mick pasa por encima de la esfera alienígena y se acerca a la superficie del planeta. No queda ni rastro de las selvas tropicales, ni de las cascadas, ni del Edén; en lugar de eso hay cuerpos... cuerpos de niños, sumergidos en una sólida capa de alquitrán gris plomizo. Un profundo lamento se eleva desde su alma. Esos Nephilim jóvenes están vivos y no vivos al mismo tiempo.
La conciencia de Mick se acerca un poco más y se concentra en el rostro de un niño varón. De pronto se abren sus ojos demacrados y lo miran fijamente, con una expresión de profundo dolor. Pero la mente de Mick desconecta de nuevo. Una vez más, se encuentra orbitando Xibalba, y siente un estremecimiento al descubrir un objeto que se eleva desde la superficie del planeta.
«La esfera...»
En eso, aparece otra nave procedente de la base lunar: un crucero estelar dorado y estilizado.
Los Nephilim supervivientes se lanzan detrás de su enemigo y se pierden de vista en la estela celeste de la esfera.”
«Guardián... ¿estoy muerto?»
«La muerte no existe, lo único que existe son diversos estados de conciencia. Tu mente está mirando por una ventana que da a una dimensión superior.»
«Esos humanoides...»
«Los Nephilim. Al igual que tu especie, nosotros comenzamos siendo hijos de la tercera dimensión, viajeros cósmicos, y nuestros viajes nos llevaron hasta Xibalba. Pero los atractivos de este planeta eran una estratagema; ese mundo era un purgatorio de cuatro dimensiones para las almas malvadas, y la intención de sus habitantes consistía en utilizar a los Nephilim como medio de escapar.»
«No lo entiendo. Los Nephilim, esos niños. ¿Son...?»
«Las mentes de los Nephilim se mantienen en un estado de estasis, sus cuerpos están esclavizados por las almas de los condenados para que terminen la tarea encomendada: enviar a Tezcatilpoca a través de un pasillo cuatridimensional a vuestro sistema solar para abrir un portal que dé acceso a otro mundo tridimensional.»
« ¿Un portal directo a la Tierra?»
«Al principio, no. El ambiente de vuestro mundo no resultaba adecuado. Habiendo sido desterrados a Xibalba, los malvados no pueden seguir existiendo en un entorno que contenga oxígeno, por lo tanto su objetivo inicial era Venus. La hermandad del Guardián siguió a Tezcatilpoca a través del pasillo cuatridimensional y fue la causa de que su transporte se estrellara contra la Tierra. La cámara de soporte vital sobrevivió, y Tezcatilpoca permaneció
protegido en un estado de estasis. El Guardián se quedó en el planeta con el fin de ayudar a evolucionar a vuestra especie y organizar la llegada de los Hunahpú.»
« ¿Quiénes son los Hunahpú?»
«Los Hunahpú son mesías, implantados genéticamente en vuestra especie por el Guardián. Tan sólo un Hunahpú puede penetrar por el portal cósmico e impedir que los malvados contaminen vuestro mundo. Tan sólo un Hunahpú posee la fuerza necesaria para realizar el viaje a través del tiempo y del espacio para liberar las almas de nuestros antepasados.»
«El pasillo, siento que está abriéndose.»
«El pasillo surge una vez en cada ciclo precesional. Tan sólo un Hunahpú puede sentir su llegada.»
«Espera... ¿Estás diciendo que yo soy un Hunahpú?»
«Tan sólo un Hunahpú podría haber accedido a la nave del Guardián.»
«Dios mío...»
Mick se queda mirando la exuberante selva tropical que se extiende ante él. Su extenuada mente se esfuerza por comprender la información que está siendo susurrada a su conciencia.
«Guardián, la llegada de Tezcatilpoca, ese impacto que tuvo lugar hace más de sesenta y cinco millones de años, ¿cómo es posible...?»
«El tiempo no es coherente ni pertinente en todas las dimensiones. La hermandad del Guardián estaba compuesta por los jefes supervivientes de los Nephilim: Osiris y Merlín, Viracocha y Visnú, Kukulcán y Quetzalcoatl.
Todos quedaron en estasis. Esta nave permaneció en órbita alrededor de vuestro mundo, en una configuración programada para interceptar la señal del enemigo. Ha sido durante este último ciclo cuando vuestra especie ha evolucionado lo suficiente para aceptar la semilla plantada por nosotros. Por lo tanto, hemos suprimido el bloqueo y hemos permitido que la señal de radio de Xibalba despierte a Tezcatilpoca.»
« ¿Habéis permitido que despierte Tezcatilpoca? ¿Por qué? ¿Por qué razón dejáis que esa cosa...?»
«Tezcatilpoca esconde en su interior el portal que conduce al pasillo cuatridimensional. Una vez que se haya abierto, dicho pasillo podrá utilizarse como un medio para regresar al pasado de los Nephilim. Tan sólo un Hunahpú posee la fuerza necesaria para realizar ese viaje y salvar las almas de nuestros antepasados.»
« ¿Algún Hunahpú ha intentado hacer ese viaje?»
«Sólo uno. Ocurrió en la época del último ciclo precesional, antes del Diluvio Universal. Los hermanos del Guardián despertaron de su estasis y prepararon a uno de tus antepasados para acceder al portal cósmico de Tezcatilpoca. Cuando se abrió el portal, desde Xibalba entraron en el pasillo dos de los Señores Inferiores del Dios de la Muerte; se valieron de trucos y engaños para vencer a ese primer Hunahpú, pero el valor de éste permitió al Guardián hacerse con la nave de transporte que habían empleado los malvados para viajar por el Camino Negro,
el pasillo cuatridimensional del espacio-tiempo en el que tú estás suspendido ahora.»
« ¿Este sarcófago es una nave?»
«Si.»
«Has dicho que el primer Hunahpú fue vencido. ¿Qué les sucedió a los dos Señores del Mundo Inferior que escaparon a Xibalba?»
«El Guardián logró sellar de nuevo el portal antes de que el Dios de la Muerte y sus legiones pudieran realizar el viaje a través de Xibalba Be, pero el daño a vuestro mundo ya estaba hecho. El mal echó raíces en vuestro jardín.»
« ¿Qué significa eso?»
«Que los dos Señores del Mundo Inferior se quedaron en la Tierra y se refugiaron en la nave de Tezcatilpoca. Aunque permanecen dentro de la cuarta dimensión, han continuado ejerciendo su influencia sobre las mentes de los débiles, y su fuerza va incrementándose conforme se acerca la fecha de cuatro Ahau, tres Kankin.»
«Dios mío... Habéis expuesto la humanidad al mal...»
«Era necesario. Hay más cosas en juego de las que tú puedes comprender. Un Hunahpú ha de hacer el viaje a través del Camino Negro para deshacer el daño que se ha hecho. Un destino mayor nos aguarda a todos.»
« ¿Por qué he de creerte?»
«Ya has visto a Tezcatilpoca, y él te ha visto a ti. No hay escapatoria posible. Debe ser destruido.»
« ¿Cómo? ¿Cuándo llegará ese Hunahpú?»
«Puede que pronto. Puede que nunca. Su destino aún no ha sido escogido.»
« ¿Qué diablos significa eso? ¿Dónde está ese mesías del que hablas? ¿Qué pasa si no aparece? ¿Y qué me dices de los dos Héroes Gemelos, Hunahpú y Exbalanqué? Si el mito de la creación es cierto, puede que sean ellos los elegidos. Según el Popol Vuh...»
« ¡No! La leyenda de los hermanos gemelos es una profecía Nephilim que tal vez no se cumpla nunca. El nacimiento y el destino de los hermanos gemelos depende única y exclusivamente de que ese Hunahpú realice el viaje a Xibalba.»
« ¿Y si no aparece nunca?»
«Entonces vuestro pueblo perecerá, igual que el nuestro.»
«No entiendo...»
«No tienes que entenderlo. El destino de tu especie aún está escribiéndose. El portal está abriéndose, el Dios de la Muerte y sus legiones están preparándose para hacer el viaje a través del espacio-tiempo. Tezcatilpoca sigue llevando a cabo el proceso de aclimatar vuestro mundo, mientras los dos malvados que se hallan en el interior de su nave ejercen su influencia sobre vuestra especie. Hay que impedírselo. Incluso ya se han desatado armas de destrucción masiva sobre vuestro mundo, una lucha fratricida.»
« ¿Y qué puedo hacer yo ?»
«Tú eres un Hunahpú. Tú posees la capacidad para acceder a la configuración del Guardián. Eso retrasará el fin, pero tan sólo la destrucción de Tezcatilpoca y del Camino Negro, Xibalba Be, puede impedir que los malvados lleguen a vuestro mundo.»
«El Camino Negro, ¿dónde se va a materializar la entrada al mismo?»
«El portal que conduce a Xibalba Be ascenderá en el cuatro Ahau, tres Kankin. Tan sólo un Hunahpú puede entrar por él. Tan sólo un Hunahpú puede expulsar al mal de vuestro jardín y salvar a vuestra especie de la aniquilación.
»
«Hablas con acertijos. ¿Dónde se encuentra esa puerta de entrada? ¿Está a bordo de la nave espacial que hay en el Golfo? ¿Debo volver a entrar en ella? ¿Y cómo se supone que voy a destruirla?»
«El portal vendrá a ti. Utiliza la configuración para destruir a Tezcatilpoca y después entra por el portal. Los dos malvados saldrán a desafiarte. Intentarán impedir que selles el portal antes de que llegue Él.»
« ¿Y si sello el portal?»
«Entonces los dos Señores del Mundo Inferior serán expulsados de tu mundo y tu especie podrá evolucionar. Si tienes éxito, dos destinos te estarán esperando. Si fracasas, perecerán tu pueblo y el mío.»
« ¿Qué quieres decir con eso de que me esperan dos destinos?»
«Llegado el momento, lo sabrás.»
« ¿Y qué pasa con Dominique? ¿Ella es Hunahpú?»
«Ella forma parte de un destino más importante, pero no es Hunahpú. No permitas que entre en Xibalba Be, o de lo contrario os destruirá a los dos.»
Un zumbido hidráulico, y todo alrededor se pone en marcha el gigantesco engranaje de alta tecnología. Las paredes y el techo de la cámara comienzan a gruñir y a resplandecer, signo de que los generadores de la nave han empezado a funcionar. A sus pies, ve un laberinto de circuitos de computador que relucen debajo del suelo de cristal oscuro.
Se oye un profundo retumbar que va creciendo en intensidad, produciendo una vibración que le hace eco en los oídos, y entonces se desprende de las paredes una inmensa ola de energía azul que sube hacia el techo abovedado y después se concentra para introducirse por el orificio central de la cámara, que semeja una chimenea.
La colosal ola de energía electromagnética empuja hacia arriba, por el muro central de la pirámide de Kukulcán, y luego continúa en línea recta hacia el tejado del templo para terminar saliendo por una antena alienígena antes de dispersarse en todas direcciones a la velocidad de la luz. La corriente eléctrica se dirige a toda velocidad en dirección oeste; satura la antigua ciudad de Teotihuacán y enciende una estación repetidora extraterrestre enterrada ochocientos metros por debajo de la Pirámide del Sol.
Luego prosigue su viaje atravesando el océano Pacífico y alcanza la costa de Camboya, donde da vida a otro dispositivo transmisor idéntico que se encuentra escondido muy por debajo del templo de Angkor Wat.
Hacia el este, la ola de energía ha llegado a la cordillera de los Andes. Pasa por debajo de las montañas y se refleja en una antena, que llevaba mucho tiempo dormida, enterrada bajo el antiguo observatorio celeste conocido como Kalasasaya, tras lo cual se reorienta hacia el sur y viaja a toda velocidad en dirección al helado continente de la Antártida. Enterrada bajo varias toneladas de nieve se encuentra otra antena de repetición alienígena, un instrumento construido en una época en la que ese territorio se hallaba libre de hielos.
Mientras tanto, la onda del tsunami electromagnético que partió en dirección noreste cruza el Atlántico rumbo a Inglaterra y su fuerza hace temblar los poderosos bloques de piedra de Stonehenge. Escondida muy hondo bajo esa amplia región de Salisbury se encuentra otra antena más.
Tras haber dado la vuelta al planeta en cuestión de segundos, el potentísimo campo de energía, proveniente de todas direcciones, converge finalmente en la más antigua de las estaciones repetidoras del Guardián: la Gran Pirámide de Giza.
Las oleadas de energía penetran ese bloque de roca caliza, atraviesan la Cámara del Rey y también el bloque de granito vaciado, idéntico al sarcófago que se halla en el interior de la pirámide de Kukulcán. A continuación, la señal continúa bajando y activa un aparato alienígena oculto muy por debajo de la superestructura de la pirámide egipcia, un lugar en el que no ha estado ningún ser humano.
En el intervalo de un nanosegundo se ha completado la configuración global; la atmósfera del planeta ha quedado saturada, sellada dentro de una potente red de energía alienígena.
“Apremiados por las masas, todos los países miembros, con la excepción de Iraq y Corea del Norte, se apresuraron a obedecer.
El 17 de diciembre, Sadam Hussein fue arrastrado a las calles de Bagdad y asesinado a golpes.”