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Pasajeros en Tránsito
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Declaración de guerra

Declaración de guerra

 

La mano se aparta del fuego. Alrededor un cálido aire portando un inaudible susurro, penetrante, adueñándose de los pensamientos. Mientras, la mano se aferra a su movimiento, la cabeza especula y no alcanza a permanecer en silencio. Cerrando ambos ojos no paran de atropellarse voces, palabras, sonidos, imágenes, recuerdos girando sobre la cabeza, girando sobre la cabeza, girando como halo santificando el templo ocupado.

 

El impulso que retira la mano por un momento abre los ojos, y el susurro se retira como arco iris inalcanzable, son solo las sombras apartándose de la mirada, el susurro de la cabeza huye de los ojos y mientras la atención se mantiene fija sobre él, nada sale de tu silencio, nada perturba ese lugar.

 

No hay energía suficiente para mantener la hoguera mucho tiempo y cuando la madera se consume las llamas apenas pueden mantener lejos de los pensamientos, y aquello que los proyecta encima, repta retorciéndose en la cabeza, retorciéndose sobre la cabeza, girando sobre la cabeza, girando como halo santificando el templo ocupado. Y el reflejo exacto de ti continua usurpando el templo.

 

La mano se retira impulsada por la energía invisible, apenas queda energía para lograr impulsar de nuevo los ojos y ver cómo se retiran de nuevo esos pensamientos ajenos en la cabeza, apenas para lograr despertar de esa duermevela. Nunca es fácil darse cuenta de que un sueño lo es por muy surrealista que este sea, esa parte que queda de ti en el sueño es incapaz de darse cuenta que sueña y todo lo que sucede frente a él es interpretado cómo la realidad. Cuando nadas dentro de la corriente todo es tan real, en cada flujo temporal todo parece tan real.

 

No hay energía suficiente para apartar los ojos mientras soñamos, no hay energía suficiente para apartar la mirada y ver los disfraces.

Soñar viaja paralelo a despertar ocupando las mismas partículas, hay cantidad suficiente para coexistir. Una va en una dirección contraria pero en ningún caso es sencillo retirar la mirada de ninguna de las dos. Cuando dejamos de creer en sueños ocurre cómo cuando dejamos de creernos la realidad y el telón cae, y fuera hay suficiente energía en remolinos alrededor del mundo esperando.

 

Y apenas recuerdas lo que hay fuera, apenas recuerdas lo que hay antes, antes y fuera están en el mismo lugar y momento ocurriendo en sincronía.

 

Y apenas apartando el flujo de pensamientos en tu cabeza estos se retiran como sombras y por un momento percibes que tus pensamientos son reflejos externos de una entidad ajena a ti, pero queda tan poco de ti que se resume en un breve impulso para retirar la mano del fuego y no quemarte y al momento olvidarle y volver a sucumbir al sueño.

 

Se puede vivir siempre con la agonía que provoca no poder despertar, pero esa situación nos pone en peligro mortal a cada instante y no queremos vivir con la muerte, con la no-existencia pisándonos los talones y preferimos entonces hacernos los dormidos y continuar soñando en vida.

 

Y lo triste es continuar soñando  que algún día despertaremos porque a duras penas logramos darnos cuenta que despertarse no es una bendición, es una declaración de guerra.

Dejar de creer en ti es el objetivo de esto, conseguir que quien lea esto deje de creer en Ti, y sean “simismos”, ellos mismos. Solo creo en mi y acumulo energía para matarte así sabrás tu lo que yo ahora se, así sabrás tu lo que es vivir con miedo pensando que podemos dejar de existir en cualquier momento.